jueves, 5 de agosto de 2010

Gas americano "Rosa Rusa"

El Coronel Hampton es un tipo salado que con su estampa te deja jadeante y medio raro, con la incomodidad yendo y viniendo por cada rincón del cuerpo cuando su mandíbula austera se aprieta y los labios se le fruncen. Da la sensación de estar haciendo presión con la quijada, para no dejar escapar el odio y la arrogancia de su humanidad, y permitirles recostarse insomne en la frialdad de su síntesis de pensamiento. En su cuartel es el que copa el sillón más cariñoso y se entrega al letargo frente a un monitor vigilante y delator, donde aprecia el mapamundi con frecuencia y lo repasa como un radar de carne y células, buscando algún objetivo que lo saque de su embole milico.

Un aleluya perverso brota de sus labios al divisar un pequeño territorio no importa su nombre, virgen de balaceras y caos y, caramba... esto no puede ser. El mundo es hostil y la paz es un grano pusiento en su revoltosa filosofía. Asi que garras a la obra: a papelear las autorizaciones gubernamentales correspondientes, a gestar el argumento persuasivo a través de los medios abyectos y del discurso ácidamente empalagoso, absurdamente perspicaz para los cerebros sin criterio, y mediante el accionar del camuflaje intruso dar sendero a la causa infame, al motor de fuego.
Las movidas salen bien, la barrera se levanta sinuosa y siniestra para dejarle paso a la impaciencia, que tanto carcome el buen reposo de las mentes.

Ahora bien, lo que en primera instancia parecía ser la obra de un loco uniformado, esa raquítica desnudez de un motivo absurdo o un no-motivo, lentamente empieza a cubrirse con la piel de una causa justificada. Y para nuestro bien.

Asi es: no será esta una masacre cualquiera.

Es totalmente necesaria y revolucionaria en materia de armas químicas. El ejército y las fuerzas del orden son totalmente concientes de que el día de mañana, el destino de cualquiera de nosotros se puede ver afectado, como en este caso, por el aburrimiento, o bien por la ambición, la intolerancia, la xenofobia o la borrachera de algún alto mando. Es así entonces que luego de discusiones prepotentes y reuniones a cara de póker tanto en el Pentágono como en ratoneras cromadas a trescientos metros bajo tierra, inéditamente han considerado que los Deshechos Humanos, perdón, Derechos Humanos, deben prevalecer ante todo, y si vamos a crepar, que sea de forma cómoda, digna y relativamente agradable. Por eso, más allá del mero hecho de romper las pelotas con bombardeos y vuelos rasantes, es también este “conflicto” predispuesto un buen motivo para probar el nuevo perfume letal que han desarrollado los laboratorios, que se aseguran así el avance de sus proyectos, financiado por obra y gracia del presupuesto de los que se aburren con la vagabunda armonía:

*** ¡NUEVO! ***

Gas Americano “Rosa Rusa”, ahora con nueva fórmula, pensada para que con delicada y cremosa suavidad tus pulmones se hagan mousse, dejando una deliciosa fragancia a valle virgen en las tripas y la garganta.

A fin de cuentas, un misericordioso acto militar para que mientras fallezcas, no respires ni dejes contaminada la atmósfera con la nauseabunda cloaca de tus órganos deshechos.

Los avioncitos zumban como avispas blindadas sobre las aldeas, y desparraman el dulce gas sobre bosques, ciudades y praderas. Es como Carolina Herrera vomitando bilis.

¡Acción! El set está armado, ahora pasen y vean, que ya las cámaras se engolosinan calcando las imágenes del antes y el ahora. Aprecien la devastadora obra de arte que llega fugaz a las pantallas del globo, de cómo lo que era un paisaje terapéutico para los divinos, ahora con una pincelada de sangre y neblina se transforma en un cuadro pintado como con garfios renacentistas que destripan todo lo que late, respira, siente, descansa, sueña y se retuerce frente al dolor.

Nuestro talento, el Coronel Hampton, baja las imágenes que le llegan a su ordenador por cortesía de la CNN, la de los Timburtianos árboles huesudos y quebradizos, de las irreconocibles masas de carne humana y animal, todas expuestas, y de las lenguas de fuego que lamen las cosechas y los hogares, y las guarda en su carpeta para subirlas a su fotolog (www.holywarimages.com/hamptonpics).

Y como un último jadeo moribundo, de pronto todo acaba.

Ya no hay tiempo ni lugar siquiera para pesadillas, esos cuasi demonios que mutan traidores de sueño a tormento, alimentándose cobardemente de nuestro temor adormecido y del aroma del sudor frío.

Cuando la humanidad está en la mira del caos, éste no se apiada de nada de lo que envase el individuo. Ni siquiera de sus miserias, ni siquiera de su perversión. De nada. Todo va al horno que abrasa las esencias.

Y mientras nuestro lodo esté fresco, con pasividad y relax apreciaremos, control remoto en mano y acariciando una mascota, como el tormento y la maquinaria del dolor nos cauterizan el alma desgarrada y entretiene el morbo, ese gusanito simpático y socarrón que va cicatrizando, sinuoso, las heridas que esta realidad que aceptamos sin chistar, agrietan, desangran e infectan.


Máscara antigas de Mickey Mouse. Fabricadas en 1942

para que los niños jueguen y se protejan a la vez.

1 comentario:

  1. felicitaciones señor,un gusto deleitarme con su humor negrisimo despues de ...(20 años?) si, o unos menos tal vez, sino vamos a sacar la ficha. acá, desde la republica socialista de quilmes, le mandamos nuestros cariños y el ferviente deseo de un dia volver a vernos.
    un abrazo grande: boris

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