martes, 29 de junio de 2010

Los caminos de la vida...

Contaba mi viejo una vez que de niño fantaseaba con navegar, vivir aventuras...

Allá por el año 72' o 73', estaba trabajando nuevamente arriba de un taxi. En una de sus vueltas sube un hombre de uniforme con un aparato muy costoso, una especie de proyector muy profesional o algo así. Lo acerca a un edificio imponente, desciende, el edificio lo traga y desaparece.
Luego de un buen rato, mientras buscaba algún pasajero, se da cuenta que el tipo había olvidado el costoso aparato en el asiento trasero. Recordó en qué lugar lo había dejado, y sin dudar se dirigió allí. Luego de estacionar, bajó con el aparato y encaró al uniformado que estaba de guardia en la entrada del edificio, la cual era muy restringida. Este, al oírlo, inmediatamente se dirigió a alguien de la mesa de entrada para que se comunique con aquel que mi papá había transportado.

-Asi que era usted el chofer que trasladó al capitán... venga, pase por aquí. Estaba desesperado, pensó que no lo iba a recuperar.

Luego de atravesar sendos accesos y áreas cual Maxwell Smart, entró al enorme despacho del susodicho. Lo invitó a sentarse, se mostró sumamente agradecido, y, luego de charlar un rato, le preguntó:

-Dígame, que puedo hacer por usted, en resarcimiento por su gesto?
-Bueno, mire... a mi siempre me gustó navegar. Este es un edificio de la marina, asi que, si puede hallarme algún trabajo de ese tipo...
-Hum, no es tan fácil, por su edad... pero haga una cosa, vaya al cuarto piso, hable con esta persona de parte mía, y me vuelve a ver.

Dos meses después, se hallaba mi padre en alta mar, a bordo de un barco inmenso, bajo un cielo que se fundía en el horizonte, rumbo a Gabón, África, viviendo el mágico sueño de su infancia...

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